Luis Felipe González
Psicólogo y magister en literatura.
Sus indagaciones sobre poesía -psicología han generado toda una escuela de investigación social que busca comprender la poesía como artefacto aplicado a las problemáticas de la sociedad.
Escribe con desarraigo, pero es noble, sencillo y trasmite ese cariño de los hombres buenos.
Canto árbol
Yace estrecha a las alturas, informe,
mujer árbol. Delicia, puesta y sol que inflama
voces de otros sabios menos arbustos,
menos parásitos.
Prueba de ello las manos hoja. Corteza
y savia en ascendentes por los labios
que culminan en raros destellos
de plata, de cielo y oro enredados.
Rica humus. Verde asueto. Adornada en escombros
la risa aletea por los espasmos
de cal, de estaño, de infierno cielo
adherido a mis manos secas, de raíz
indómita, tras pasos no contados
por geólogos en países solitarios.
Cierro el silencio y aparece el viento.
Traigo recuerdos remendados a este, mi espejo.
Precisiones
¿Importan acaso las horas del día?
Y si importaran,
¿por qué el tedio que me asfixia?
Solo hago parte del basurero.
Mi espejo está roto. Fracturado.
Y hay olvido entre mis dientes:
delicia malgastada en perros
de otros dueños.
Ilusión
La voz
no llama
tu cuerpo
de araña.
Son solo ecos
de la esquina
y una que otra
rata.