Juan Manuel Roca
Juan Manuel Roca, es uno de los últimos representantes de la gran poesía del siglo XX en Colombia.
Viejo bohemio y de tertulia, suele ser esquivo a la primera palabra para luego entregarse en sonrisa bonachona y chistes sarcásticos o irónicos.
No deja títere con cabeza y desde su juventud se le reconoció por entablar pleitos por saberse poeta.
Su poesía, bestiaria en suma y de la más antológica imaginería ha logrado conseguir algunos de los poemas más reconocidos entre jóvenes y ancianos.
Toda la vida se la ha pasado creando, antologando, promocionado y formando su propia imagen y apoyando y colaborando en la de sus amigos.
Será recordado como uno de los mejores, eso es seguro.
Mientras, lo imagino dando lata, pateando el ruido.
Mester de Ceguería
I
Desde la terraza, a la hora en que el sol cernía picos de pájaros azules, mi madre y yo mirábamos el patio en la casa de los ciegos.
II
Los niños ciegos reemplazaban el balón por una caja de lata y jugaban con el ruido. Cuando el ruido rodaba hacia algún lugar del patio, los niños lo perseguían, lo pateaban corriendo entre las sombras.
III
Mi madre y yo en la terraza. Y abajo, ángeles de la sombra corrían como locos tras del ruido. Después nuestra casa era una jaula. Mi madre paseaba por la alcoba limpiando el ojo a los retratos de sus muertos. Yo escuchaba el deslizar de las sombras en la estancia.
IV
Entre árboles que levitaban su floración oscura, la casa nos guardaba de la tarde tempestuosa. Y ya de noche, acomodado al recinto del sueño, como un ciego perseguía el ruido de agua de aquella mujer desconocida.
V
Preguntaba por la extranjera, sin pensar que todos somos extranjeros en el sueño. Me paseaba con un gorro de cascabel por jardines lluviosos escuchando el techo piafante de un establo o un ruido de biblias en los cuartos vecinos.
VI
La noche me tatuaba.
Canción del que fabrica los espejos
Fabrico espejos:
Al horror agrego más horror,
Más belleza a la belleza.
Llevo por la calle la luna de azogue:
El cielo se refleja en el espejo
Y los tejados bailan
Como en un cuadro de Chagall.
Cuando el espejo entre en otra casa
Borrará los rostros conocidos,
Pues los espejos no narran su pasado,
No delatan antiguos moradores.
Algunos construyen cárceles,
Barrotes para jaulas.
Yo fabrico espejos:
Al horror agrego más horror,
Más belleza a la belleza.
Aprendiz de cazador
Ella es bruja.
Vuela en el aire de la alcoba
Como si su capa barriera mi memoria.
Yo, aprendiz de cazador,
Para atraparla interrogo al fabulista,
Al peregrino de los bosques.
Ella esquiva mis intentos,
Vuela en círculos de niebla
Sobre mi cabeza atribulada.
A veces creo que llega hasta mi mesa
Como arisco animal
Que abreva en un estanque,
Y cuando intento descifrar su silabario
Se desvanece en el aire de la alcoba.
Ella evita mis eternas acechanzas,
Mis trampas y señuelos.
Así, escurridiza y evasiva es la palabra.
ñapa:
Parábola de las manos
Esta mano toma un fruto,
La otra lo aleja.
Una mano recibe al halcón, se quita un guante,
La otra lo ahuyenta, prende una antorcha.
Una mano escribe cartas de amor
Que su equívoca siamesa puebla de injurias.
Una mano bendice, la otra amenaza.
Una dibuja un caballo,
La otra, un puma que lo espanta.
Pinta un lago la mano diestra:
Lo ahoga en un río de tinta, la siniestra.
Una mano traza la palabra pájaro,
La otra escribe su jaula.
Hay una mano de luz que construye escaleras,
Una de sombra que afloja sus peldaños.
Pero llega la noche. Llega
La noche cuando cansadas de herirse
Hacen tregua en su guerra
Porque buscan tu cuerpo.