Andrea Cote Botero
Andrea es una barrameja que supo entrever entre la canícula el derrumbe.
La poeta otea los espejismos, cuida con cariño de la podredumbre y de los recuerdos.
La muerte de los otros y la poesía le han brindado ese lengua oracular que deja lelas a las enredaderas.
Su corazón se ha ahogado muchisimas veces en el amor por los ausentes.
Ha viajado por distintas latitudes consagrando la silueta de una mujer inverosímil y camaleónica.
Yo la he visto con la mirada perdida deshilando su destino, intentando hallar el punto donde vio los ojos del basilisco.
Ha ganado varios premios internacionales, viaja constantemente de un encuentro a otro, apoya y dirige varios proyectos literarios, es maestra, y su voz sigue quebrando los espejos.
Es una mujer que publica un libro cada siglo, y sus poemas son de lo mejor que ha florecido en esta tierra tostada y resquebrajada como el desierto.
Y todavía no tenía miedo
Madre,
recógeme el sonido de la lluvia en el tejado del abuelo
cuéntame de las noches en que descubrí la sed por los
acantilados
y de cómo desprendiste el fuego de la luz
para permitirnos el encuentro con nuestros primeros
demonios.
Recuerda nuestra estancia eterna en los rincones de la casa
cuando aún llovían tardes grises en la arena
y la lluvia mohosa venía con Abril
y todavía no tenía miedo.
Laberintos
Sé que caminamos por vías paralelas
hacia el centro de algo.
Pero mientras anochece en ti y en mí
ya no hay retorno.
No ignoras que para Ariadna
el hilo era una forma de llegar adentro.
Lección para Penélope
Con hilos dorados
hilos de plata
que las niñas aprendan a coser.
En el ojo de la aguja debes ver como en la cerradura:
envuelve las madejas
desenrolla.
No te olvides
hay que dejar un agujero para la cabeza
dos para las manos
hay que llenar la tela de agujeros
para que los pájaros
vengan
a comerse tu piel.
¿Dónde me pusiste los hilos que te di?
¿Dónde las tijeras?
No me mires con ojos de anciana
niña Parca,
las niñas malas deshacen su tejido por las noches.
Apréndete bien esta labor.